Eladio Méndez
Eladio Méndez |
Otro de los poetas que nos acompañará en nuestro encuentro otoñal en el Jerte es Eladio Méndez. En las siguientes líneas os dejamos una breve semblanza y un poema de este autor:
Eladio Méndez. Castuera (Badajoz), 1957. Desde su niñez reside en Mérida. A principios de los años 80, se incorpora a colectivos y grupos culturales de su ciudad; «Babel, Ecos de papel, Poetas por la paz y la asociación cultural Gallos quiebran albores», de la que es miembro fundador, es asiduo en los encuentro de Voces del Extremo que organiza la fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, en Moguer. Tiene editadas cuatro obras poéticas (“Arrullos” Caja Rural de Extremadura 2008) (“3X3” Colección de poesía” de la Editora Regional de Extremadura 2012) (“La memoria encendida” editorial AMARGORD 2016) y (Elogio de los esponsales ediciones Grisú, autoedición) ha participado en el libro Perro sin dueño II Concurso Internacional de Haiku además de en numerosos libros colectivos. En 2011 obtuvo un Accésit en la X Edición del Premio de Poesía Experimental de la Diputación de Badajoz, con la obra titulada Mata Sellos.
Eladio Méndez. Castuera (Badajoz), 1957. Desde su niñez reside en Mérida. A principios de los años 80, se incorpora a colectivos y grupos culturales de su ciudad; «Babel, Ecos de papel, Poetas por la paz y la asociación cultural Gallos quiebran albores», de la que es miembro fundador, es asiduo en los encuentro de Voces del Extremo que organiza la fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, en Moguer. Tiene editadas cuatro obras poéticas (“Arrullos” Caja Rural de Extremadura 2008) (“3X3” Colección de poesía” de la Editora Regional de Extremadura 2012) (“La memoria encendida” editorial AMARGORD 2016) y (Elogio de los esponsales ediciones Grisú, autoedición) ha participado en el libro Perro sin dueño II Concurso Internacional de Haiku además de en numerosos libros colectivos. En 2011 obtuvo un Accésit en la X Edición del Premio de Poesía Experimental de la Diputación de Badajoz, con la obra titulada Mata Sellos.
Cáceres
En solitario,
al fulgor del
plenilunio, recorre las callejas
de esta ciudad de
albor y de caricias,
transítalas
despacio, absórbelas,
percibirás entonces
sobre el pecho
el rumor de la
historia hecho paisaje.
Pasea sus
callejuelas en las grises mañanas,
siéntelas, verás
colmadas de límpido rocío
la impronta que en
sus piedras
esculpiera la
sandalia del tiempo.
Cuando la lluvia
arrecie, camina en soledad
por sus angostas
sendas,
apreciarás como
gimen torres y plazuelas
cuando atisban la
ausencia de la infante algarada.
Mientras duerme la
aurora, deambula
por las calles de
Norba Caesarina,
ronda sus íntimas
arterias al susurro del alba
y observarás las
entrañas abiertas
de esos muros
colmados de memoria
donde habitan los
ecos de viajeros anónimos.
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