Porque intuimos, poetizamos
La sierra nos observaba cauta, como siempre. Los pájaros disminuyeron sus aleteos, como si quisieran escuchar el recital poético y serrano que se avecinaba. Se arremolinaban alrededor alguna jara, el gran robledal. Por sabiduría y antigüedad, presidía el encuentro un castaño de setecientos años situado en Escondelobos, o de condilobo como también se le conoce por aquí, justo encima de Casas del Castañar. Fue en el primer encuentro que hicimos hace dos años, Voces del Extremo en el Jerte acababa de estrenarse. Miguel y Elena, integrantes de Tierra Sana , aventuraron las primeras palabras. Miguel enorme en su cuerpo escueto, enérgico en su ternura infinita. Recordó los tiempos de las cabras y de las correrías infantiles. Su relato parecía fertilizar de nuevo aquel paraje, a veces trasegado en exceso, abandonado más que conservado, suspirando aún por los tiempos en los que lobos y pastores, con sus conflictos y sus consensos, hacían habitables y sostenibles estos bosques. Elena,...