Nos reencontramos con Bernardo Santos, reincidente de Voces y del Valle del Jerte

Bernardo Santos Ramos nació en Vinuesa, en 1962. Su dedicación a la poesía viene de antiguo, pero publicó su primer libro con casi 40 años. En 2012 recibe el galardón “Aintzinako Bihotz” (Corazón Arcaico), que premia el “estado poético” de la mente y que pasa de poeta en poeta en el seno de los encuentros “Voces del Extremo” en Moguer. Lo recibió de manos de Begoña Abad y lo dejó en manos de Inma Luna. También en 2012 ganó el XIV premio internacional de Poesía Luis Feria de la Universidad de la Laguna por  su poemario Global y Roto.

Ha publicado los siguientes libros de poesía: Global y Roto (Amargord 2014), Con el paso cambiado, nuevamente (Baile del Sol, 2013), El mismo diferente amor (Ultramarina Cartonera, 1º Ed. 2012; 2º Ed 2014; ilustraciones de Miguel Puyas 1º Ed. y Fernando Roldán 2º Ed.), Vinuesa, Zahara y otros lugares (Soria Edita, 2011), Con el paso cambiado (Padilla, 2006), Amor desobediente (Padilla, 2002), Terraza al infinito (Padilla, 2000).

Aparecen sus versos  en varias antologías: Cierzo Soriano. Poetas para el XXI (Soria Edita. Soria 2003); Voces del Extremo. 1999-2011 (Voces del Extremo. Málaga-Moguer 2011); Campamento dignidad. Poemas para la conciencia (Baladre-Zambra 2013); Negra Flama (CNT de Jaén 2013); III Espiral poética por el mundo (La última canana de Pancho Villa 2013); En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (Bartleby 2014); Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La oveja roja, 2015); Antología Voces del extremo, en las ediciones de Moguer de 2004, 2006 y 2009, Béjar de 2009, Madrid de 2013 y Logroño de 2010 y 2015.

No vivo para la poesía, 

(y menos de la poesía). Vivo porque sí 

y la poesía me acompaña en el paseo.

Tumultuosa en las venas, a veces,

ama de llaves de la inteligencia, 

quintacolumnista del deseo.

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Me quedé sin ti. Igual que una encina en la dehesa. Igual que un buque a la deriva. Me quedé sin ti para toda la historia. Como gaviotas que ves pasar desde el tren que te aleja de la costa, soy un seco país interior de interminables inviernos.

Me quedé sin ti, que es como decir que nada tengo. Quemé toda la piel. Gasté el entusiasmo de los dioses. Rompí las amarras para nada. No te tengo. Perdí todo. Como el que mete la mano en el fuego y es mentira. Como el que vende la casa por un tesoro que no vale.

Las bellas palabras que aprendí contigo hoy las malgasto. Hoy digo ¡mierda!, ¡hay que joderse! y ¡hostia! El balcón mantengo abierto y la enlutada madrugada entra embravecida. Me quedé sin ti y aposté todo. No supe conseguirte. No tuve las agallas, la belleza o el tiempo necesarios.